Crear vida con el color, una mirada del paisajismo
El paisajismo como un diálogo entre la naturaleza y la arquitectura. Esta es la mirada de Jaime Múnera, agrónomo y paisajista
El amarillo de los iris, el morado del bore, el rojo de los linos o el verde de los balazos. El paisaje es un complemento de la arquitectura y el urbanismo. Una simbiosis entre lo natural y la construcción humana en la que el entorno acompaña la planeación de los hogares y las ciudades.
Esta es la concepción que tiene Jaime Múnera, agrónomo y magíster en paisajismo, sobre su labor. Además, fue la mirada que lo unió a su amigo y arquitecto Michael Gilchrist para fundar Arbórea, empresa dedicada a la arquitectura del paisaje. “Queríamos hacer las cosas bien y poner a la ciudad a pensar en verde”, afirma.
La búsqueda del color de manera armónica y con las plantas indicadas ha sido el sello distintivo en 12 años de trabajo conjunto. En estos, han tenido la oportunidad de desarrollar diferentes espacios verdes de la ciudad. Arbórea ha realizado el paisajismo de la avenida La Playa, el túnel de Oriente, las UVA El Paraíso en San Antonio de Prado y Sol de Oriente en Villa Hermosa, entre otras. Asimismo, su trabajo lo han ejecutado en unidades residenciales y otras construcciones privadas.
“Nosotros mitigamos el cemento con plantas y le apostamos al paisajismo a futuro porque con ciudades más verdes eliminamos la contaminación ambiental, visual y acústica. Además, tenemos una mirada única con la mezcla de la arquitectura y la agronomía, destacamos el papel de las plantas pero lo complementamos con otros elementos del entorno”, explica Múnera.
Ciudades verdes
Este concepto ha sido clave en su trabajo. Sus paisajes no solo se cimientan en el presente, sino que tienen una relación con el mañana, por lo que a Múnera le gusta incorporar árboles frutales que atraigan ardillas, pájaros, reptiles o anfibios. Una actividad esencial para atraer especies que se han ido, en este caso del Valle del Aburrá.
El paisajismo, para él, juega un papel relevante a la hora de integrarlo porque solo con la siembra de ciertos tipos de árboles se puede lograr este objetivo. La creación de ambientes de bienestar es otra palabra que define su trabajo. Para ello Múnera siempre explora con el color, “pero no por medio de flores, sino de plantas que permiten jugar con él”, dice.
En este sentido, hay cuatro plantas recurrentes en sus paisajes por su belleza y significado para los espacios: el iris, los balazos, las rascaderas y los helechos. Para Jaime estas plantas han sido esenciales en los paisajes urbanos que se han creado a lo largo de los años en el entorno urbano del Valle de Aburrá y que hoy mantiene vigente con su trabajo.
Balazos
Los balazos, Monstera deliciosa, son otras de las plantas que acompañan los paisajes citadinos. Su majestuosidad contribuye a la construcción armónica de los jardines.
Rascaderas
Las rascaderas, Xanthosoma sagittifolium, no requieren tanta agua por lo que su mantenimiento es sencillo. Su belleza le da un aire majestuoso a los lugares y su masa vegetal grande funciona muy bien para cubrir taludes.
Lino
El lino, Phormium tenax, es una especie que no requiere mucho mantenimiento y se adecua al clima de la ciudad. Además, crece muy rápido y crea una masa vegetal muy grande en los jardines que le permite destacarse.
Iris
El iris, Dietes bicolor, es una planta pequeña que soporta muy bien el clima de la ciudad. Era muy común en Medellín en los años 70 y 80. Una de sus ventajas es que tiene una floración homogénea y permanente y embellece muchísimo los espacios públicos.
La creación de vida a través del paisaje es una de las formas de definir el trabajo de Arbórea y también es una manera de combatir el cambio climático. La adaptabilidad de las ciudades a los nuevos tiempos está asociada con su paisaje. “Si hay olas de calor o temporadas de lluvia, debemos saber cuáles plantas soportan estas condiciones. Esto también es parte del paisajismo”, explica Múnera.