Monoespacios: tres viviendas para habitar en pareja o en soledad
En estas viviendas, los espacios sociales y privados se funden para propiciar el confort en la soledad. La arquitectura y el interiorismo expresan una idea de familia que se sigue transformando.
Hogar a la medida
En un solo ambiente, Trópico Arquitectura resolvió todas las necesidades de una persona que busca en su hogar un refugio de tranquilidad: dormitorio, espacio social, servicios y cocina, dejando zonas libres con amplitud suficiente para la práctica de hobbies y actividades de bienestar. El mueble fijo de madera que cubre todo el costado derecho del lugar sirve como zona de almacenamiento y biblioteca, respetando el interiorismo de texturas orgánicas y formas simples.
El área reducida del apartamento no es limitación para permitir el encuentro con visitas. La cocina dispone el fuego en una isla con barra y se sitúa junto a una pequeña sala que concentra allí la actividad social. Un balcón de pared a pared permite la entrada generosa de luz y aire, que oxigena los materiales crudos y expuestos de este pequeño espacio.
Paisaje y paz
Anteriormente considerado como un formato exclusivo de la residencia estudiantil, la vivienda para un solo habitante ha evolucionado hacia nuevas dimensiones que satisfacen los ritmos de vida contemporáneos y la búsqueda de ambientes para el bienestar.
Diseñada por el estudio de arquitectura Planta Baja, Casa Aurora se propone ser el hábitat y lugar de trabajo de un arquitecto que busca un lugar tranquilo en Santa Elena para establecerse lejos de la ciudad. El diseño aprovecha la condición topográfica del terreno para emplazar la casa sobre la pendiente, ubicando su superestructura metálica sobre un sistema de columnas tipo palafitos que le permite ganar espacio y crear la sensación de estar en el aire.
La primera planta concentra las zonas de servicio y la superior se divide en dos cuerpos: uno social, con sala, cocina y comedor, y otro privado, con una habitación, estudio y cuarto de televisión. El lugar aprovecha la visual con un par de ventanales que enmarcan el paisaje boscoso de la zona y reciben el sol de la mañana.
Fronteras difusas
Una de las virtudes de los monoespacios se expresa en la sensación de integración que proporcionan. “El formato no implica áreas más pequeñas necesariamente, pero sí una menor cantidad de espacios más generosos y que respondan a nuevas necesidades”, explica el arquitecto Pablo Botero, quien estuvo a cargo de la reforma que convirtió este apartamento de dos habitaciones en un monoespacio ideal para una persona que vive junto a sus dos perros.
Todas las áreas están interconectadas a través de divisiones que las delimitan sin aislarlas. Entre la habitación y la sala, una chimenea permite disfrutar del calor a ambos lados y, entre la sala y el estudio, una biblioteca abierta da acceso a libros y objetos expuestos desde ambos costados.
Las áreas de almacenamiento fueron incorporadas en paredes, mobiliario y en la cabecera del dormitorio para fundirlas con el diseño interior de la vivienda. Con la madera como material predominante, el apartamento se conserva cálido en medio de las bajas temperaturas del Alto de las Palmas en Envigado.