Bimbral: Tejer un legado en familia
El mimbre, la calceta de plátano y el yaré son solo algunos de los materiales que utiliza este emprendimiento para hacer productos funcionales y decorativos
Textos: Luisa María Gallo G.
En su logo tres hojas se abren como un abanico representando al pavo real, un animal que se caracteriza por su elegancia y belleza, cualidades que plasman en sus productos. Su nombre viene del mimbre, una de las fibras con las que más trabajan pero reemplazando la m por una b, inicial de los apellidos de sus creadores.
Este emprendimiento surgió en medio de la pandemia. “Mi esposo se quedó sin trabajo, entonces teníamos como 200 mil pesos para mercar. Así que me dijo que más bien compráramos material para trabajar y yo le dije que no… ¿Que si acaso íbamos a comer mimbre?, sin embargo, lo compró”, cuenta su creadora Dora Bonilla.
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Dora y su esposo, José Alfonso Cerón, han sido artesanos desde siempre, pero antes creaban para otras empresas. El proviene de una familia de tradición artesanal del Huila que ha trabajado el mimbre. Ella aprendió desde niña, junto a familiares de su madre en el Cauca, cómo trabajar la calceta de plátano, una fibra resistente que resulta del cultivo.
Así que, ante una condición compleja durante la cuarentena estricta, se valieron de su conocimiento para crear y reunir dinero para sobrevivir. Las redes sociales fueron sus aliadas pues fue el modo que encontraron para vender las canastas que estaban elaborando.
“Yo no sabía nada sobre cómo manejarlas, entonces hice un curso y recuperamos la plata que habíamos invertido. Fue impresionante porque nos empezaron a conocer en la ciudad, después a nivel nacional y luego hicimos despachos a nivel internacional”, señala Dora.
Sus productos han llegado hasta Nicaragua y Estados Unidos gracias a la ayuda de uno de sus clientes. Que elijan su arte se debe a la calidad que imprimen en ellos, pues dicen que prefieren desbaratar un canasto antes que entregarle al cliente algo que no está bien hecho, en cambio, su objetivo es alegrarlos y sorprenderlos. Además, también venden sillas, espejos, lámparas, jarrones, tapetes, entre otros.
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Dora Bonilla cree que la clave para este trabajo hecho a mano es “ponerle el alma y el corazón, pues si se va a hacer con pereza, es mejor no hacerlo”. Por eso, a pesar de conocer los diferentes momentos del proceso de creación de sus productos, su predilección es la parte final en la que les da “el toquecito mágico”.
Esta pareja de esposos también promueve empleo a otros artesanos, entre los que están algunos familiares quienes desde Cundinamarca y Huila trabajan para Bimbral. Están en el proceso de abrir una tienda física en Manila, en El Poblado, con el fin de que sus clientes encuentren con mayor facilidad sus creaciones y seguir ampliando sus artículos.
Junto a sus seis hijos forman una familia de artesanos que impulsan su emprendimiento a través de redes sociales y lo posicionan como una forma de tejer un legado y contar historias llenas de amor.
Conoce más sobre su proceso de creación en el siguiente video
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