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Las zonas comunes evolucionan para crear comunidad

Las zonas comunes evolucionan para crear comunidad

De salones abiertos para hacer fiestas familiares, una mesa de ping-pong y tal vez una piscina, a salas de juego, bar deportivo, espacio de coworking o taller de bicicletas.

Textos: María Antonia Giraldo


Las opciones de áreas sociales que presentan los nuevos proyectos habitacionales son tan amplias como es la variedad de familias.

“Cada vez se le dará más importancia a las zonas comunes, sobre todo ahora que la tendencia es permanecer en casa”, afirma Miguel Ángel Botero, gerente de los proyectos La Foret y Haras Santa Lucía. Con la situación de salud pública actual los ojos están puestos en espacios seguros de socialización y entretenimiento, al igual que pulmones verdes u opciones para salir definitivamente de la ciudad.

Otra razón para encontrar esta tendencia es el menor tamaño de los apartamentos en las zonas más pobladas, explica la arquitecta Paola Álvarez, de Bassico Arquitectos. Así surgió la idea del coliving, donde además de zonas comunes como las de esparcimiento, hay servicios como lavandería y coworking.

Sin embargo, la tendencia más interesante es crear comunidades. Bassico Arquitectos está trabajando en Loop, un proyecto para deportistas aficionados que incluye espacios como un área de trote y bicicleta, piscina con agua contracorriente y una zona de masajes y de recuperación. También existen proyectos como Lórient, de Contex Constructora, que en sus zonas comunes tendrá un taller de bicicletas, o el caso de Ion, de M+Group, que tiene como prioridad la sostenibilidad y la tecnología apostándole a paneles solares, doble shut para manejo de residuos y wallbox para carros eléctricos en los parqueaderos. “No es la unidad residencial donde no te quieres ver con el vecino porque no tienes ninguna afinidad. La idea es que vivas con tus amigos, se habiten los espacios al rededor de las aficiones y se genere seguridad para la familia”, comenta Álvarez.

Foto: Cortesía

EL ANHELADO VERDE

Haras Santa Lucía se construye en lo que era una célebre hacienda, reconocida por la cría de equinos. Con el objetivo de preservar la historia y atraer a quienes sueñan con vivir en una finca y aman a los caballos, el diseño empleó las antiguas caballerizas como zona común. “No pensamos en un salón social porque se tiene suficiente espacio en las casas, sino en ofrecer cosas que no se tengan y se quieran tener: salas de reuniones, bar y una serie de nichos para alquilar donde se puede tener una carpintería, una oficina o un espacio de mantenimiento para sus bicicletas”, cuenta la arquitecta Paola Álvarez.

El proyecto también cuenta con amplias zonas verdes y senderos. “Se pensó en personas de corte clásico con gusto por la arquitectura tradicional que querían tener contacto con la naturaleza y jardines sin urbanismo importante”, explica Álvarez.

Foto: Cortesía

CONTACTO NATURAL

Todavía es posible encontrar verde en la ciudad. A Duville, un proyecto que se completa en la loma de Los Balsos, lo enmarcan dos quebradas y un bosque con especies nativas. “Queríamos que los niños y jóvenes crecieran con el recuerdo de los árboles y el sonido del agua”, afirma Carmenza Correa de Bernal, gerente de Confuturo, inmobiliaria a cargo de la venta. “Además, es una buena zona para el ejercicio al aire libre”, puntualiza.

Sus otras zonas comunes son guardería, salón de reuniones, gimnasio, juegos infantiles, placa de deportes, canchas de squash, sauna, turco y terraza con chimenea exterior y piscina. “Esto responde a un cambio de conceptos, no es una zona común sino una zona recreativa y de descanso, pensando en familias que requieren espacios muy amplios y que tienen hijos de todas las edades”, dice Correa. El objetivo es lograr una alta calidad de vida y un espacio que tenga en cuenta la diversidad familiar con sus posibles necesidades.

ZONAS COMUNES INSPIRADORAS

Aunque el concepto de crear comunidad y compartir espacios comunes suene muy novedoso, hay entidades que lo vienen usando hace años. Un ejemplo es Casa Nua, un lugar de vivienda asistida que además de prestar asistencia médica para adultos mayores, alimentación y servicios de aseo, cuenta con zonas de esparcimiento y socialización para crear comunidad alrededor de intereses comunes y aficiones. El edificio, que se encuentra en el barrio San Lucas, fue diseñado por ALHtaller y además de los apartamentos especialmente adaptados, cuenta con comedor, área social con billar, salones multipropósito y sala de cine. “Se buscaba tener áreas para realizar actividades cognitivas que les permitan mantener la mente ocupada y ágil, otras para la reactivación física con ejercicios para mejorar la movilidad y el estado físico, y espacios para hacer nuevos amigos”, cuenta Lina Henao, directora comercial y de mercadeo. El resultado es una mejora en la calidad de vida y la tranquilidad de las familias al poder mantener su independencia.

CON TODOS EN MENTE

Parte del propósito de las unidades residenciales es ofrecerles a las familias la seguridad de que sus hijos pueden socializar y entretenerse fuera de casa en un ambiente seguro y controlado. Muchas cuentan con un salón para fiestas, piscina o juegos infantiles, pero fallan al no tener en cuenta la diversidad de gustos y aficiones que tienen los niños de las diferentes edades. En estos casos tanto los más pequeños, como los más grandes, se quedaban por fuera de las zonas sociales, lo que ahora ha comenzado a cambiar en proyectos nuevos, como La Foret. “Tenemos un parque infantil al aire libre, un salón de juegos con una mesa de ping-pong y la posibilidad de conectar videojuegos (foto derecha), una guardería (foto arriba) para bebés y un salón social, gimnasio, cancha de squash y senderos, incluso uno para triciclos”, cuenta Miguel Ángel Botero, gerente del proyecto. La idea es aprovechar realmente todas estas áreas y que no se queden subutilizadas sabiendo que hacen parte de la propiedad.

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